No solo de masaje vive el fisioterapeuta

A menudo, por no decir casi siempre, en la sociedad española se asocia al fisioterapeuta con el masaje. Es común que un paciente entre en la consulta y diga: 


"Hola, buenos días, quería cita para un masaje".



Esto nos pone en una cierta situación incómoda como si tuviésemos un producto a la venta, cual pescadería o carnicería: "Por favor, póngame cuatro pechugas de pollo", el cliente paga, se va y el carnicero queda satisfecho con la venta. Pero en el caso de un fisioterapeuta, un profesional de la salud ¿Realmente vendemos la Fisioterapia por unidades o kilos? Opino que es un poco más complejo.
La fisioterapia no se vende. Esto es más bien cierto, pues ¿Cuanto es un kilo de fisioterapia? ¿Y un kilo de masaje? ¿La terapia manual se puede vender por piezas? Es ilógico hacerse estas preguntas, de hecho cada caso que entra por la puerta es diferente, no hay recetas universales. Puede que haya pacientes que respondan bien con el masaje y otros con un programa de ejercicios activos y educación en higiene postural, la diferencia la ponemos nosotros.

El hecho de pedir un masaje de espalda presupone que el problema del paciente es muscular o que ha tenido episodios similares que el masaje ha sido una herramienta útil. Yo opino que cada vez que nos llega un paciente (aunque sea conocido) se le trate como un paciente nuevo. Aquí es dónde entra la valoración que junto con la anamnesis (¿De que me suena esto?) que extraemos del paciente consigamos llegar a un diagnóstico provisional que nos indicará cual es el problema de nuestro paciente o al menos nos permitirá acercarnos.

He aquí la cuestión ¿Qué ocurre si un paciente entra por la puerta pidiendo un masaje (o cualquier otra técnica) y yo creo que siguiendo otro camino se pueden obtener mejores resultados? Conflicto de intereses es lo primero que se me viene a la mente. Por un lado el paciente, quien paga, exige un cierto tipo de tratamiento porque el paciente siempre tiene la razón ¿No? En otro sentido se encuentra el fisioterapeuta (yo, pero no solo yo) que sostiene que lo que le exige el paciente es comida para hoy y hambre para mañana, o lo que es lo mismo, resultados a muy corto plazo pero a los dos días el problema regresará por que no es la manera óptima de afrontarlo. De este punto se derivan dos situaciones con un mismo trágico final:

  1. Se accede a la petición del paciente, pero como la mejoría no es la esperada decide no volver y probar con otro fisioterapeuta. Conclusión: se pierde el paciente.
  2. La decisión como fisioterapeuta impera y se lleva a cabo el tratamiento defendido por el profesional cualificado, pero como este camino no es el elegido por el paciente, este decide no continuar. En definitiva: se pierde el paciente.
Que las profesiones sanitarias son vocacionales es 'vox populi' pero los que estamos detrás de esa vocación necesitamos alimentarnos para poder sobrevivir, en resumen, no se puede ir por la vida perdiendo pacientes a diestro y siniestro. Aquí es dónde entra en acción una nueva faceta, la educación. Aunque espero que los pacientes vengan educados de casa (y también bien aseaditos), se trata de otro tipo de educación. Debemos hacer ver a nuestros pacientes el origen de sus problemas y mostrarles varias maneras de afrontar sus dolores, disfunciones de movimiento o inestabilidades, indicando cual es la mejor vía de tratamiento y por qué. La decisión final pertenece al paciente, al fin y al cabo es su cuerpo el necesitado.

Si logramos transmitir la información que tenemos y obtenemos de nuestros pacientes y traducirla de modo que sea apta para ellos tendremos mucho camino andado y posiblemente habremos logrado un hito dentro del entorno fisioterápico: adherir el paciente al tratamiento, que se tome el control de sus problemas, que se haga responsable de la buena o mala evolución, que se sienta la pieza clave y no un mero espectador pasivo.

A continuación os dejo una transcripción de una conversación con un gran compañero y mejor divulgador, que ha sido el detonante para dar forma a esta entrada:
  • Paciente: Hola, quiero unos tomates.
  • Fisio: ¿Qué quieres hacer con ellos?
  • Paciente: quiero hacer una paella.
  • Fisio: bueno, para la paella es mejor que le eches arroz, pollo,...
  • Paciente: no, no, no ¡yo quiero tomates! 
  • Fisio: bien, yo te doy tomates pero luego no quiero que haya problemas, te vuelvo a recomendar que le eches arroz y pollo.
  • Paciente: gracias, pero me llevo los tomates.
  • Fisio: bien, es tu decisión.
Tras unos días llevando tomates
  • Paciente: vaya m***** de paella estoy haciendo con los tomates, es tu culpa.
  • Fisio: ya te lo avisé, no se puede hacer una buena paella solo con tomates ¿Quieres ahora el arroz?
  • Paciente: sí.
  • Fisio: bien, ya verás que paella nos sale.
Gracias por la lectura
¡Nos vemos!

Hermes CR.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Síndrome de Sudeck

Síndrome de Dolor Regional Complejo (SDRC): el papel del cerebro

Síndrome del pronador