El verano, las sandalias y nuestros pies

Hace unos días llegó a mis manos - bueno, más bien a la pantalla de mi PC- la National Foot Health Assessment 2012, se trata de un estudio acerca de la salud de los pies de la población de los EE.UU. promovido por el Institute for Preventive Foot Health.

Este estudio indicaba que el 78% de las personas mayores de 21 años encuestadas tenían o habían tenido dolor o malestar en sus pies. A priori me pareció una cifra bastante alta, se trataba de que casi 8 de cada 10 sufría o había sufrido de dolor en los pies.


Como posible causa se señalaba la actividad física y se determinó que actividades como hacer footing, senderismo, practicar baloncesto, ejercicios de fitness o simplemente bailar eran las actividades que estadísticamente producían más lesiones en los pies.

En cuanto a lesiones el estudio analizaba desde callosidades hasta espolones calcáneos pasando por ampollas, pies de atleta o dolor generalizado en el pie.

Todo esto y el hecho de que estamos en verano me ha hecho reflexionar acerca de la salud de nuestros pies, si los estamos cuidando correctamente, si realmente pensamos en nuestros pies cuando compramos un determinado calzado,...etc y entonces una chispa desperto en mi cabeza, el calzado.



Me gustaría hablar de los tacones que visten los pies de las mujeres que van a la moda, ayudando a producir metatarsalgias como poco y disfunciones a nivel de la pelvis como mucho. Pero esta entrada como se aprecia en la imagen está dedicada a las sandalias de verano. Este tipo de calzado inicialmente diseñado para utilizarse en playas y piscinas es el auténtico rey del verano. Los problemas comienzan cuando las utilizamos para dar un paseo o incluso llevarlas durante todo el día, pues mantienen nuestros pies frescos.

La estructura de estas sandalias en muchas ocasiones puede resumirse en una fina capa de goma, que no absorbe los impactos contra el suelo, ni aportan una sujeción óptima del pie. Nuestros pies están hechos para caminar sobre superficies blandas como hierba o arena, superficies consideradas como de bajo índice de impactos.

El problema surge a causa de la industrialización, lo común es caminar sobre asfalto o cemento durante todo el día y para eso necesitamos un calzado que absorba estos indeseables impactos. Al utilizar las sandalias de verano para caminar sobre estos terrenos duros favorecemos las lesiones de las articulaciones de los pies, rodillas, caderas y columna vertebral como espolones, fascitis plantar, esguinces, metatarsalgias, gonalgias, contracturas lumbares y un largo etc.

Por último, el hecho de que estas sandalias de verano sean planas también es una causa de posibles problemas para nuestro tren inferior. Cambios de alineación, desequilibrios musculares o cambios en la posición de la pelvis y la columna vertebral son alguno ejemplos.

En este caso la solución es sencilla, en el mercado existen alternativas que mantienen nuestros pies frescos al tiempo que los cuidan con una buena sujeción y una suela adecuada que nos libra de los impactos.

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